Clases de preparación al parto. Reivindica el primer derecho de tu bebé.

Cuando estás embarazada por primera vez no te planteas que las clases de preparación al parto (o educación maternal) puedan ser demasiado importantes y es posible que no a todas nos afecten directamente en el parto pero si están recogidas hasta en el estatuto de los trabajadores tiene que ser por algo. Después de tanto escuchar que la lactancia es un derecho del recién nacido y que la mamá no debería negárselo (frase hecha que de un tiempo a esta parte se esgrime por todas partes en la seguridad social pero, muchas veces, solo de boquilla), yo diría que el verdadero primer derecho de un recién nacido, que es el que peor lo pasa durante el parto, es que su madre esté bien preparada antes de ese momento crucial.

preparacion

Cuando empecé las clases de preparación al parto en mi centro de salud lo hice sin mucho interés. Algunas compañeras me habían hablado de que no las habían hecho todas por parecerles una tontería o por no estar en sintonía con sus matronas. Además para evitar terminarlas demasiado tarde (me pillaba la Navidad de por medio) empecé bastante pronto y tuve que hacer la primera clase en horario de tarde (mi horario de trabajo).  En mi caso por problemas de calendario me incorporé en la tercera clase (trabajo de parto 1 – en la que te cuentan cuándo debes ir al hospital-) y si iba en un horario de mañana tenía que dejar esa clase (básica) para el final, pasada la semana 37 de embarazo y con muchas posibilidades de ponerme de parto sin haberla dado.
Por suerte, una de las opciones de ausencia justificada al trabajo es «exámenes y técnicas prenatales» (expresión sacada literalmente del estatuto de los trabajadores). Sin embargo me quedé de piedra al enterarme de que en mi departamento nadie había pedido ausencia por esta razón y que se desconocía la existencia de esta opción. Después de bastante lío  me confirmaron que con que yo llevara un justificante de la seguridad social daba igual si quién lo firmaba era un médico o un enfermero o una matrona, pude hacer la clase y enterarme de que debía ir al hospital cuando llevara 2 horas de contracciones regulares cada 5 minutos
Al final esa información en concreto no me sirvió para nada (estuve 12 horas con contracciones muy fuertes y regulares cada 5 minutos pero no dilataba ni a la de 3 por lo que en el hospital me mandaban a aguantar «un ratito más en mi casa». Sin embargo tuve la suerte de que mi matrona del Centro de Salud (Isabel, la persona más profesional y consciente de la importancia de su trabajo que he conocido en atención primaria) insistía todas las semanas en tenernos una hora practicando la respiración durante los pujos (o mejor dicho a saber pujar solo controlando la respiración) después de cada clase. Yo sabía que una vez con la epidural puesta la falta de sensaciones hace que no sepas muy bien cómo pujar y tus esfuerzos sean inútiles. De hecho, eso era lo que más miedo y rechazo me causaba hacia la anestesia. Pero después de muchas horas de dolor muy frecuente y varias noches sin dormir sabía que era muy posible que no poder descansar antes del expulsivo nos jugará una mala pasada. Luego todo se desencadenó muy rápido: meconio, Momotaro sin encajar y muy alto y casi convicción de los ginecólogos de que sólo había posibilidad de cesárea. Pero allí salieron mis 17 horas de prácticas pujando en las clases (es algo que no se debe hacer en casa porque podemos ponernos de parto y siempre hay que hacerlo con la supervisión de una matrona), mis agujetas de los viernes (las clases eran los jueves) y la voz de mi matrona repitiendo: «cojo aire, bloqueo, rechazó, cambio aire, bloqueo, rechazo…» en mi cabeza como un mantra y Momotaro salió aún con vuelta de cordón, como por arte de magia y de esfuerzo de su mamá, sin cesárea ni instrumental ni episiotomía (lo que no quiere decir que no me dieran puntos pero eso lo dejo para otro post).
Desde entonces me han contado muchos partos similares al mío que han terminado en cesárea o con ventosa y fórceps y me alegro mucho de haberme tomado en serio las clases de educación maternal y doy el mismo consejo a todas las embarazadas: Id a las clases de preparación al parto. Si os ponen cualquier problema en el trabajo sacad el Estatuto de los Trabajadores a relucir. Pedid a vuestra matrona que os enseñe a pujar y haga prácticas en cada sesión (es normal que las primeras dos o tres sean solo de iniciación y solo hagáis gimnasia para el embarazo que os puede resultar más aburrido o incluso inútil, pero a partir de que os enseñan a pujar el entrenamiento puede ser vital). Que no tengan que explicaros cómo pujar el día del parto (una matrona del hospital me confesó que tenía que decirles a las parturientas que se imaginaran que estaban cagando), que lo tengáis tan interiorizado que no tengáis que pensar, porque lo más probable es que luego no tengáis tiempo ni fuerzas para pensar.

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