¿Nos tomamos algo? Desayuno buffet en la Residencia de Estudiantes
¿Quién no recuerda aquellas clases del instituto en las que algún profesor de literatura con verdadera vocación nos contaba las reivindicaciones de la Institución Libre de Enseñanza y de como unos jovencísimos Lorca, Dalí y Buñuel habían pasado de señoritos con posibles a adalides de la cultura en una España que si en algo se parecía a Inglaterra o Francia era en la Residencia de Estudiantes? Y sin embargo siempre dimos por supuesto que la mítica residencia se acababa ahí: en ese libro de literatura, en un periodo prefranquista de auge cultural, en un alegre recuerdo del pasado de un país. Pero no. La Residencia sigue en el mismo sitio, sigue siendo residencia, sigue alojando estudiantes y sus edificios siguen formados por los mismos muros de ladrillo visto y las mismas balconadas de madera que cuando se construyó a principios del siglo XX. Y nosotros nos preguntamos: ¿por qué se oculta? ¿por qué los profesores de literatura no llevan a sus alumnos a conocerla? ¿por qué no acudimos a festivales de poesía a las orillas de su acequia? ¿Por qué no nos tomamos algo?
Sin duda la Residencia de Estudiantes queda ahora totalmente oculta entre la cúpula del Museo de Ciencias Naturales y los edificios que forman el CSIC. Quizá por eso casi nadie sabe que está ahí y quizá por eso pueda seguir dedicándose a aquello para lo que se construyó. Pero parece mentira que habiendo en la actualidad una exposición sobre su centenario que poder visitar y un comedor abierto al público con desayuno buffet por 7,20 € y menú de comida y cena por 14,30 € todavía se pueda pasear por sus jardines una mañana de domingo oyendo piar a los pájaros.
La Residencia de Estudiantes está formada por cuatro pabellones. Atrás dejamos los pabellones gemelos que, igual que en tiempos, alojan las las habitaciones, con la posibilidad de visitar la recreación de como eran hace un siglo, faltas de tecnología pero, por lo demás, no demasiado diferentes de lo que puede ser la habitación de cualquier universitario actual. Un pequeño habitáculo bien acondicionado que, aunque, a los estudiantes de buena familia que pasaron por ellas en aquella época, les parecían celdas monacales en las que se hacía obligatorio incluir un tocadiscos y un juego de té moruno, ya les hubieran gustado a cualquiera de los obreros que compartían con una familia de diez o doce miembros un bajo interior al otro lado de la Castellana.
Siguiendo el sendero de piedra llegamos al edificio principal donde encontramos el comedor y la cafetería. Tras un porche acristalado desde el que se puede uno sentar a ver el jardín y que es una especie de versión intelectual (no digo gafapasta porque en aquella época se llevaban más las gafas de alambre) de un parador. Una vez dentro nos encontramos a la izquierda con el comedor. Sus grandes cristaleras tamizan el sol con cortinas y sus mesas con mantel de tela nos recuerdan más a un hotel cómodo elegante y sin grandes alardes que a un colegio mayor. El ambiente es un tanto universitario: jóvenes estudiantes y viejos profesores. Para desayunar: varios tipos de pan, cereales, fruta, yogures, zumos, todo tipo de infusiones, bizcochos, queso, fruta y siempre rosquillas de anís espolvoreadas con azúcar que, si a veces están más duras que una piedra, no hacen más que sumar solera a un sitio lleno de historia.
Para bien o para mal, el nuestro es un medio minoritario y el secreto va a seguir casi oculto, si has tenido la suerte de llegar hasta aquí ahora también te pertenece a ti así que ánimo, date un paseo por un rincón de la historia artística de este país que siempre parece recordar lo que menos recuerdo merece y le resta importancia a su verdadero espíritu.
Cafetería de la Residencia de Estudiantes
Calle Pinar 21-23 28006 Madrid
Metro Gregorio Marañón (líneas 7 y 10)
Abierta L-D desayunos de 7 a 11 AM
Desayuno buffet: 7,20 €
Menú de comida o de cena con buffet de ensalada: 14,30 €
Relación calidad-precio: (si eres consciente de dónde estás comiendo: muy buena)
No me puede gustar más este post. Genial homenaje (y de los pocos que hay). Viva la Residancia de Estudiantes!!!
Y lo olvidada que está. Vergüenza me da haber vivido 30 años en Madrid antes de conocerla. XD