Primera visita sobre ruedas a Graf
No es la primera vez que vamos a una edición de Graf Cómic Madrid. Ya habíamos ido a las de 2013 y 2014 como expositores presentando la primera entrega del cómic Cercenador, algo muy poco infantil (como cambia la vida). Por eso sabíamos que era un buen sitio para dar una vuelta con un bebé una mañana de domingo. El Museo ABC, sede también del espacio de lectura infantil de la editorial Edelvives, es un lugar muy agradable y luminoso y entre los autoeditores con contenido adulto que puedan estar vendiendo en el ático de la antigua cervecera, también hay muchas librerías y editoriales con material infantil.
Por las características del edificio es una buena forma de que los más pequeños se relacionen con los libros en un entorno festivo y que aprendan que hay muchas más opciones de lectura que las comerciales. Siempre, por supuesto, con el filtro paterno activado. Aunque Momotaro es aún muy pequeño y no sé cómo de radical será nuestra forma de controlar los contenidos con los que pueda tener contacto cuando sea mayor (como casi todo hasta ahora seguro que acabamos haciendo todo lo contrario a lo que nos hemos planteado). Es un lugar céntrico, accesible para carritos, con zona infantil en la planta baja, con techos altísimos, y con un precio de entrada simbólico de 1 euro que los niños no pagan.
No debimos ser los únicos que pensamos así porque había muchos niños en Graf. Todos algo más mayores que el nuestro (factor importante para que él esté encantado), aunque algunos aún iban también sobre ruedas tenían ya posibilidad de elegir libros adecuados a su edad como El viaje de Spuk (un libro para aprender colores con ayuda de una gato astronauta), La caja de Nicanor (una preciosa historia sobre la relación entre un niño y su juguete preferido), Ser un fantasma es lo Mejor (derribando miedos infantiles), Navidad Dorada (que fomenta una Navidad diferente y mágica) o Gato saliendo de una bolsa (que arranca muchas sonrisas a quienes convivimos con un gato tengamos la edad que tengamos).
Pero lo bueno de este tipo de eventos es que, aunque cada vez sean más estandarizados y volcados hacia el gran público, con presencia de grandes (si en el mundo del cómic español algo se puede tachar de grande) editoriales con tirón comercial, siempre encuentras algo único y singular. En mi caso este año me llamó la atención por razones obvias un número suelto del fanzine Cuadernos Gran Jefe, que lleva como título La Infancia es Patria. Una compilación de historietas sobre la infancia del autor en Medellín (Colombia) en una época en la que aún podía pasar las tardes cazando ranas y trepando a los árboles y que me hace sentir nostalgia porque mi hijo haya perdido la oportunidad de una infancia semirural llena de una libertad que yo tampoco tuve. Una joyita que me llamó desde la otra punta de la sala mientras intentaba que Momotaro no se tirara sobre las portadas de colores con sus manitas en proceso de aprendizaje de apretar, agitar y romper hojas… de papel.
Pero aunque él nopueda dedicar las tardes a aprender qué fruta puede robarle al campo podrá aprender a dibujarse huyendo de la contaminación y cruzando a la otra orilla de los ríos de asfalto. Quién sabe si a lo mejor algún día le interesa tanto el tema que empezamos a autoeditar sus primeros pintarrajeos. Nada me gustaría más que sacar una tirada de la Historia del Rey Tortillo ilustrada por la persona que nos inspiró a darle forma.
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