Malinche: el nombre de la polémica

Ya hace más de un año que se estrenó el musical Malinche, de Nacho Cano, pero varios que comenzó su polémica. Y no es de extrañar, porque el simple hecho de elegir esta historia y este título para un musical por parte del músico ya tenía intenciones, desde su concepción, de adentrarse en temas controvertidos. Sin embargo, lejos de ser la protagonista del mismo lo que más llamó la atención y ha suscitó noticias respecto a este musical, fue la polémica política sobre su ubicación, que levantó ampollas (que no pirámides) en Madrid mucho antes de su estreno. Algo que, en vez de catapultarlo al éxito, ha generado que las controvertidas reacciones que tendrían que haberse alzado por la historia y su estreno, hayan quedado en muy poco revuelo a comparación del que generaron las intenciones de que este se efectuara en una pirámide azteca de 29 metros construida para el evento en un barrio del norte de la capital.

Finalmente, la pirámide no pudo ser y el estreno se llevó a cabo como el de cualquier otro musical, lo que desinfló mucho la noticia e hizo que el público hablara poco sobre él una vez estrenado, y muchos se hayan perdido la esencia real del desafío que genera Malinche con el tema que trata. Porque el simple nombre de Malinche ya levanta ampollas desde hace cientos de años al otro lado del Atlántico y Nacho Cano lo sabe.

¿Por qué el nombre de Malinche genera tanta polémica?

Poco sabemos de Malinche los españoles, que hemos crecido con planes de estudio que limitaban la historia de la conquista de América a la visión que de ella se tenía desde el trono católico, y no está de más que, aunque sea a través de un musical (que usa su nombre para hacer una interpretación muy «particular» de la cultura mexicana a través de los siglos), nos enteremos de quién fue y por qué en muchas zonas de México, Malinche es un insulto y el Malinchismo es una forma de comportamiento bastante mal vista.

Desde Pocahontas a Avatar, las historias de amor entre los pueblos conquistadores y los conquistados, siempre han llamado la atención del público, y por eso Malinche nació con toda la intención de convertirse en otra de ellas. La diferencia es que, por norma general, esas historias suelen ponerse de parte de los pueblos indígenas, y teniendo como protagonista a Malinche y Hernán Cortés, esto es más difícil, si no deliberadamente imposible.

¿Quién fue realmente La Malinche?

Malinche (o doña Marina como la rebautizó Hernán Cortés) fue una pieza clave en la colonización de México por parte del ejército español. No solo como figura diplomática sino como peón para cada una de las partes implicadas que quieren ver en ella desde una madre del mestizaje y de la fusión de razas y culturas hasta una traidora que simboliza el pisoteo por parte de los pueblos supuestamente civilizados de las culturas a las que consideran inferiores.

Dicen algunos que la Malinche era, en origen Malinali Tenepal (sobrenombre que le dieron porque hablaba mucho). Y, aunque su origen noble pudiera dar lugar a pensar que fue una mujer acomodada, nada más lejos de la realidad. Cuando era muy joven su familia, que formaba parte de la alta sociedad en uno de los pueblos náhuatl (en la zona dominada por el imperio mexico), la vendió como esclava. Esta situacción la obligó a pasar primero por las redes de los traficantes, luego por la cultura maya (al formar parte de un intercambio de guerra entre los mexicas y los mayas) y, por último, a convertirse al cristianismo comprada de tercera mano por el ejército español. La locuacidad de Malinali a la que algunos dicen que llamaban “Tenepal” que significa “quien habla con vivacidad”, jugó en su favor para aprender con facilidad todos los idiomas con los que la vida la enfrentó (náhuatl, maya y castellano), y la convirtió en un buen partido como intérprete, por lo que era de gran valor para sus esclavistas, incluido Hernán Cortés. Y de aquí viene la controversia, porque Malinali (que pasaría a ser llamada Marina por los españoles y Malintzin por los indígenas) llegó no solo a ser la amante sino la madre del primer hijo varón de Hernán Cortés, y participó activamente en las alianzas que los españoles hicieron con los diferentes pueblos que les ayudaron a la derrota del imperio mexica y la conquista de México.

Heroína y fiel enamorada de su conquistador que logró unir culturas para unos, traidora y esbirro de unos asesinos que destrozaron el legado indígena, para otros… cuesta creer que La Malinche fuera ninguna de las dos cosas. Si bien, ayudó a destruir el imperio mexica en el que estaba integrada su familia, no dejaba de ser una familia que la había vendido como esclava. Si bien fue la primera madre del hijo de Hernán Cortés, nadie puede confirmar que lo fuera por voluntad propia, teniendo en cuenta la falta de voluntad femenina en el siglo XVI, especialmente si eras una esclava intentando sobrevivir ante un señor que tuvo decenas de hijos con otras tantas mujeres. Lo único que queda claro es que, aunque fue una mujer superviviente, inteligente y luchadora que conseguiría respeto de indígenas y españoles en su época (consiguiendo invertir un destino que hubiera augurado inmensas penurias a cualquier otra mujer en su lugar), fue utilizada por unos y por otros para su interés y que, incluso habiendo pasado casi 5 siglos desde su muerte, lo sigue siendo.

Una esclava que acabó ganando su libertad ¿o no?

Aunque no se haya hablado de la historia que inspira el musical de Nacho Cano tanto como se habló de su ubicación, muchas voces lo han tachado racista por representar la hegemonía de los europeos sobre las razas indígenas como un símbolo de avance y prosperidad. Muchas otras lo han defendido como símbolo del mestizaje y de la importancia de la mezcla genética para el desarrollo de las nuevas civilizaciones. Y las menos, lo acusan de no dar la importancia feminista que tiene la figura de Malinche consiguiendo un estatus entre los hombres que ninguna indígena esclava podía soñar en el siglo XVI. Pero, lo que realmente nos cuenta una y otra vez la historia de Malinche, es que el pisoteo de los derechos humanos (especialmente los de la persona individual, si es una mujer mil veces más) existió y sigue existiendo en todas las culturas. Y que en el siglo XXI una persona sigue siendo esclava de aquellos a los que les venga bien su nombre, ya la llamen Malinali, Malintzi, Marina o Malinche.

Si queréis acercaros a su figura, os recomendamos que no os quedéis en el musical sino que os acerquéis esta mujer histórica desde las diferentes interpretaciones que de ella se han hecho en películas como Malintzin, la historia de un enigma y en libros como, Malinche, La verdadera historia de Malinche o Malinche of the fifth sun.

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